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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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14-11-2017

De la Revolución Rusa al fracaso de la URSS

Lenin en Petrograd. A la derecha parado León Trotsky

 

SURda

Rusia

Julio A. Louis

 

* En homenaje a Vivian Trías, al que pretenden ensuciar.

La conmemoración de la “Revolución de Octubre” (7 de noviembre) sirve para comprender cuán lejos estamos los marxistas de clarificar lo sucedido; y así queda en manos de los “liberales-republicanos” y de los obsecuentes, el análisis de la experiencia. Tan defectuosa es la habitual explicación, sin pensamiento crítico, que, en general, no pasa del reconocimiento a los lucharon y/o murieron persiguiendo la búsqueda del socialismo. Sin embargo, el homenaje que merecen, es hallar la explicación del fracaso de la URSS.

 

¿Qué es el socialismo?

 

El marxismo entiende por socialismo una fase intermedia entre el capitalismo y el comunismo, inconcebible sin el desarrollo científico-tecnológico de aquél. El capitalismo culmina el pasaje de la humanidad por tres estadios: a) el de pobreza generalizada, el comunismo primitivo; b) el de sociedades con excedentes de riquezas, insuficientes para satisfacer a todos, lo que exige un poder estatal fuerte que distribuya con desigualdad; c) el capitalismo, que genera un excedente superabundante y abre la posibilidad de la distribución entre todos, eliminando las clases sociales.

 

La revolución proletaria sustituiría la propiedad privada de los medios de producción y de cambio (estancias, fábricas, bancos, comercios, etc.) por la socialista. Otros componentes de la fase socialista son el desarrollo elevado de las fuerzas productivas, el bienestar colectivo (y no la ganancia) como móvil social, la planificación centralizada y democrática, la tendencia a la igualdad económica y social, a la desaparición de las clases y del Estado, el goce de libertades para la inmensa mayoría, la posibilidad del pleno desarrollo de las individualidades. Esta situación no se dio en la URSS.

 

El imperialismo y el desplazamiento de la tempestad revolucionaria

 

Las crisis capitalistas son más violentas en Europa Occidental -centro del sistema - en el período 1825-1850 que en el de 1850-1914, pues la Revolución Industrial (acompañada de la agraria) perjudica a la mayoría de la población (campesinos y artesanos) y la desocupación y miseria amenazan con la guerra civil. En la segunda mitad del siglo se produce la expansión imperialista. “El imperio, lo he dicho siempre, es una cuestión de estómago. Si no queréis la guerra civil, debéis convertiros en imperialistas” expone Cecil Rhodes (1895). Es que esa expansión mantiene las fábricas produciendo, permite aumentar los salarios, mermar la desocupación, aletargar la lucha de clases en las metrópolis, a expensas de la deformación y la explotación de las colonias y países dependientes. Y, en las últimas décadas del XIX, mejoran las condiciones de vida del proletariado europeo-occidental, y de EE.UU. -sin beneficiar a todos- y la tempestad revolucionaria se desplaza a la periferia: Revolución Rusa (1905), Mexicana (1910), República China con Sun Yan-sen (1911), etc.

 

Se equivocan los teóricos de izquierda de la Segunda Internacional al creer que las condiciones revolucionarias han madurado en Europa. Lenin repite esas opiniones y expone que “el imperialismo es la antesala de la Revolución Socialista”, que se está ante un “capitalismo agonizante” y acusa de “traidores” a los jefes reformistas porque solo defienden a la “aristocracia obrera” . Sin embargo, el fracaso de las revoluciones proletarias de pos-guerra (principalmente de la alemana, anticipado por Rosa Luxemburgo) demuestra la profunda influencia de esos jefes sobre el conjunto de los trabajadores. Lenin, en cambio, comprende bien la situación de Rusia que ha estudiado, y lidera al partido bolchevique, vanguardia de las luchas y aspiraciones de las masas.

Comparte la idea de Marx que al sistema capitalista -vencedor en escala mundial- hay que vencerlo también en esa escala, y de allí la trascendencia del internacionalismo proletario. El fundamento es que si un país o una región escapara del sistema, se encontraría en la situación de quién, en una guerra, ve su fortaleza sitiada. Y si el sitio es prolongado, los sitiados tendrán que modificar sus planes para subsistir en condiciones extremas. Los marxistas conciben al proletariado de los países desarrollados como la base de la revolución mundial. Ahora bien, durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918)- Lenin concluye que -por diversas razones- Rusia era el “eslabón débil de la cadena imperialista” , donde la revolución era más fácil de comenzar y más difícil de continuar por si misma. Y los bolcheviques golpean ese eslabón débil, esperando la ayuda del proletariado europeo occidental, y del Oriente (India, China, etc.) empujando para que la “revolución de febrero” (1 o de marzo) -la de la caída del zarismo- desembocase en la “de octubre” con consignas expresivas de las necesidades y deseos de las masas: “paz, pan, tierra” y “¡todo el poder a los soviets!”

 

Meses después de la toma del Palacio de Invierno, Lenin expone: “La victoria final del socialismo en un solo país es imposible […] nuestra revolución sería una empresa desesperada si permaneciera aislada […] Lo que vendrá a salvarnos de todas nuestras dificultades […] es la revolución europea”. (1) Y cuando la revolución es vencida en Alemania y Hungría y no aparece en otro país, afirma: “si no nos ayudan con rapidez los camaradas obreros de los países más desarrollados en el sentido capitalista, nuestra obra será increíblemente difícil y cometeremos, sin duda, una serie de errores.” (2)

 

La degeneración burocrática

 

La “serie de errores” s e explica -en parte- por el aislamiento. Rusia posee fuerzas productivas muy inferiores a las de Europa occidental; un proletariado (la clase revolucionaria por excelencia) que es solo el 15% de la población, rodeado de campesinos; padece una feroz guerra civil y un “cordón sanitario” que impide hasta el ingreso de medicamentos contra las epidemias, por lo que mueren un millón de seres humanos en la guerra y siete millones y medio de hambre, frío, y pestes (solo de tifus, seis millones) en una población aproximada a los 130 millones; una devastación industrial que lleva la producción de 1920 a ser el 13% de la de 1913; y la disminución de los asalariados industriales, que en 1922 son la mitad (1.250.000) de los de 1914; los bolcheviques combaten y mueren en los campos de batalla bajo la consigna “¡los comunistas al frente!”, o abandonan su condición obrera para atender tareas en el aparato estatal o partidario; la clase obrera es diezmada por el hambre y dominada por la desmoralización por los años 20: “ La clase obrera no era capaz de gobernar, ni siquiera de dirigir las fábricas donde trabajaba” expone Lenin (3); los Soviets (la democracia directa ejercida por obreros, campesinos y soldados) pierden sentido, pues “… este bajo nivel cultural hace que los Soviets, siendo por su programa órganos de administración ejercida por los trabajadores , sean en la práctica órganos de administración para los trabajadores , ejercida por la capa del proletariado que constituye su vanguardia y no por la masas trabajadoras” (4); sin técnicos propios capacitados, los especialistas del viejo orden para trabajar se hacen conceder privilegios, antagónicos al esfuerzo de igualación, que había disminuido las diferencias salariales de 20 a 1 (1917) a una proporción de 5 a 1 (1919); Rusia sufre intervenciones de rusos blancos (Kaledin) y de potencias extranjeras, vencidas por 1920, aunque la japonesa perdura hasta 1922 en Extremo Oriente (la URSS se crea a fines de 1922); hay graves episodios de oposición obrera, en especial, la sublevación de los marinos de Kronstadt en 1921, clásico baluarte bolchevique, bajo la consigna de “¡Soviets sin comunistas!” ; y sin apoyo campesino -bajo la hegemonía de los social-revolucionarios- el Partido Bolchevique aguanta el temporal y ejerce la dictadura por sí mismo, pero en nombre de la clase , sin reconocer la diferencia entre dictadura del partido y dictadura de la clase, como plantearon los comunistas alemanes en la Tercera Internacional; el año final de la vida activa de Lenin es trágico, pues constata que hay “un Estado Obrero con una deformación burocrática” , y precisa que “hay que tener el valor de mirar de frente la amarga verdad: el Partido está enfermo. El Partido tiene fiebre.” (5)

Con una revolución aislada, sin fundamentos económicos para el socialismo, sin una vanguardia social proletaria, sin cultura, con graves problemas militares, y tras diversas etapas de la vida económica -experimentos iniciales de Capitalismo de Estado y control obrero, comunismo de guerra, y Nueva Política Económica (1921-1928), la URSS nace contrahecha.

 

El rol de la burocracia

 

La burocracia existe en formaciones económico-sociales precapitalistas; así, los escribas son burócratas en el Egipto faraónico. Crece con la complejidad de las funciones administrativas y gubernamentales de la sociedad burguesa. La burguesía, escasa en número, se vale en su provecho de la división entre trabajadores intelectuales (considerados “superiores”) y manuales (o “inferiores”). Y la burocracia se convierte en una capa de asalariados que intermedia, ejecuta, cuida y ordena el régimen burgués.

El desarrollo de las organizaciones proletarias (sindicatos, partidos, etc.) también determina la necesidad de rentados o burócratas. Se explican por el escaso tiempo disponible de sus miembros y el subdesarrollo científico y cultural de la clase, en pos de la eficiencia de sus aparatos. Aquéllos sirven al proletariado, pero simultáneamente dejan de ser proletarios. Tienen cierto tipo de privilegios: trabajo más agradable, posibilidades de mayor cultura, de relaciones, aunque viven peligros evidentes, pues son el blanco predilecto de la represión. Pueden alcanzar privilegios y luego volverlos materiales. Contra ese peligro, es preciso la rotación de los cargos, el retorno de los dirigentes a sus trabajos habituales y evitar los privilegios materiales.

 

Pero hay que distinguir entre los riesgos inevitables de la burocracia y la degeneración burocrática total, cuando esa capa de trabajadores copa los aparatos y los subordina en función de sus intereses. A eso se llega en la URSS.

 

Stalin y la victoria de la burocracia

 

La victoria de la burocracia se consolida con Stalin y su “socialismo en un solo país”, antítesis de los fundamentos de los clásicos -la revolución socialista no puede triunfar aislada, sin bases materiales adecuadas- que defiende Trotsky con su teoría de la “revolución permanente”.

 

Tiene cuatro consecuencias trascendentes: 1) la colectivización forzada de la agricultura, en contra de las aspiraciones campesinas, que provoca una feroz guerra civil con millones de víctimas; 2) la industrialización acelerada, con prioridad a la industria pesada, en base al ahorro interno y a expensas del nivel de vida general, lo que permite que la URSS equiparara prácticamente la capacidad bélica de Alemania nazi; 3) un régimen de terror, represor de toda oposición; 4) la obsecuencia de la Tercera Internacional, pues con frecuencia, los comunistas se oponen a los intereses de la clase obrera de sus países para priorizar la defensa de la URSS.

 

Pese a todo, la URSS en pocos años logra superar su atraso y convertirse en potencia económica y militar, pionera de la conquista del espacio, erradica el hambre, la miseria, el analfabetismo y la desocupación y asiste a la mayoría de las revoluciones liberadoras del Tercer Mundo.

 

Conclusiones: un socialismo en estado larvario

 

Los hitos de la des-estalinización (1953-1991) culminan con Mijail Gorbachov y su “perestroika” (reestructura económica) y “ glasnost” (transparencia). La primera abre la economía al capitalismo internacional y a la actividad privada interna, y ataca las conquistas sociales de las masas. Con la segunda, llueven las protestas de los postergados y perseguidos. Y no extraña que Yeltsin -ayudado por entidades próximas al Partido Republicano de EEUU- obtuviera en elecciones el 70% de los votos (1991).

 

El comunista alemán Rudolf Bahro ( “La alternativa. Contribución a la crítica del socialismo realmente existente” ) explica que en la URSS no se alcanza el socialismo, sino una aproximación, un proto-socialismo, o socialismo en estado larvario. Si bien los medios de producción y de cambio pertenecen al Estado, éste no es dirigido por los trabajadores sino por una burocracia, que impone su dictadura. La propia ideología comunista se convierte en conceptos estereotipados al servicio de esa capa privilegiada.

 

Por ende, el socialismo no ha sido vencido porque no se ha logrado . En el pasado, un primer capitalismo triunfante en Europa mediterránea en el siglo XVI, desaparece y se restablece bajo otras condiciones en la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX. Este primer socialismo en estado larvario rebrotará también en escala planetaria, en la medida que el capitalismo avance en el progreso científico-tecnológico y a la vez, aumente el hambre, la desigualdad, la marginalidad y la perturbación de la naturaleza. Y que sepamos librar la batalla de ideas contra su dominación. Bien ha dicho Evo Morales, “O muere el capitalismo o muere la Madre Tierra.”

 

Nota : El artículo sintetiza a “Lenin, la Revolución Rusa y el socialismo del siglo XXI” del autor. ARCA 2009

 

1) Lenin. “Discurso al 7 o . Congreso del P.C.” 1918.

2) Lenin. “Discurso al 11 o Congreso del P.C.” 1922.

3. Moshé Lewin. “El último combate de Lenin”. 1970. 1 a Ed. española.

4. Lenin. “Informe sobre el programa del Partido al 8 o . Congreso” . 1919

5. Lenin. “La crisis del partido” . 1921

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